El turismo litoral alcanza su máxima expresión en los países de la Cuenca del Mediterráneo y reconoce en España una meca para el viajero internacional. En particular, la playa Rodas ha ganado una inmensa popularidad después de que The Guardian la calificara como la «mejor playa del mundo». Su pertenencia a las Islas Cíes, en Galicia, es motivo suficiente para dar una oportunidad a sus arenas blancas, envueltas en un paisaje de dunas y pinares.
El concejo asturiano de Llanes acoge otra playa muy valorada por el turismo mundial: Poo. Con apenas un centenar de metros de ancho y de largo, este destino atrae por la serenidad de sus aguas, enteramente resguardadas del oleaje. Se sitúa en la desembocadura del Río Vallina y está considerada como una de las mejores playas españolas, según la revista Condé Nast Traveller.
La de Matalascañas, en Huelva, sorprende por su longitud kilométrica y la cantidad de horas de sol que recibe (no en vano pertenece a la llamada Costa de la Luz). Conserva un vestigio de la Torre de la Higuera, derribada por el maremoto de Lisboa, que forma parte de su identidad desde el siglo dieciocho.
De vuelta al litoral gallego, el municipio de Ribadeo dispone de otro de los arenales más afamados: la playa de Las Catedrales. Debe su nombre a las formaciones geológicas, semejantes a arcos o arbotantes, que recorren sus orillas, generando cuevas y grutas durante la marea baja.
La Cala d’Aiguablava, en el municipio catalán de Bagur, está rodeada de pinares y acantilados, que guarecen indirectamente sus aguas de color turquesa. Su escasa longitud, de cien metros, aumentan el encanto y la sensación de calidez de este rincón de la Costa Brava.
En Murcia, la ciudad de Águilas alberga uno de los arenales más turísticos del territorio, La Carolina. Forma parte del paraje conocido como «Cuatro Calas», junto a Cocedores, Calarreona y La Higuerica.