Desde siempre he sentido una inexplicable atracción por las islas. Siempre que puedo, me gusta irme de vacaciones a alguna isla, no importa tanto dónde esté ni de qué país forme parte, me gusta ‘sentir’ que estoy en una isla. ¿Tendrá alguna explicación psicológica? Es posible que tenga que ver con el aislamiento y la necesidad de refugio, o incluso de huida. De hecho, dicen que los isleños, en general, suelen tener un carácter particular, más vinculado a la tierra y, a menudo, más cerrado. Yo nací en el continente, pero también soy un poco cerrado…
En nuestras últimas vacaciones decidimos ir a Galicia y conocer las famosas Islas Cíes. Tanto en mi caso, como en el de mi mujer, siempre solemos apostar por vacaciones al sur: conocemos la mayoría de islas de Canarias y de Baleares, pero esta vez nos apetecía algo diferente y nos habían hablado maravillas de las Cíes porque una amiga de mi mujer había hecho parada allí en su luna de miel.
Para visitar las Islas Cíes necesitas una autorización de la Xunta al tratarse de un espacio protegido que pertenece a un Parque Nacional. Se trata de proteger el entorno natural de la masificación turística: tenemos decenas de ejemplos en el mundo de paraísos naturales destrozados por el turismo masivo y eso en las Cíes, al menos de momento, no pasa.
Por supuesto, además de la autorización, necesitarás un barco para acudir a las islas. Si no dispones de tu velero particular, que será lo más normal, se puede hacer como nosotros y adquirir el billete en mar de ons. Es otra de las cosas que me gusta, sobre todo de las islas más pequeñas: llegar en barco, como Dios manda. Durante el trayecto, mientras me alejo del continente, tengo esa sensación de descanso, de paz que me generan las visitas a las islas.
La visita fue una maravilla. Y aunque también se puede pernoctar, siempre con autorización previa, nosotros solo pasamos el día porque íbamos un poco justos de tiempo. Tomamos el barco de mar de ons y tachamos otra isla de la lista. Todavía nos quedan muchas…