Higienistas, auxiliares, odontólogos, etcétera: el equipo humano detrás de las clínicas dentales en Santiago y otros municipios es amplio y complejo. Cada uno de estos profesionales sanitarios debe coordinarse y desempeñar su competido con eficacia; de lo contrario, la satisfacción del cliente decaerá y, con ella, la reputación del centro.
Del primer contacto entre el cliente y la clínica dental se ocupa el recepcionista, figura que se ocupa de gestionar el sistema de citas, atender las anulaciones y atender a quienes aguardan en la sala de espera. La diligencia y la empatía son esenciales en este puesto.
Siguiendo por orden de importancia, el protésico dental es responsable de diseñar, reparar y ajustar las prótesis que el odontólogo considere oportunas. Aunque su labor es complementaria a la de este profesional, se requieren habilidades de moldeo y de manipulación de materiales cerámicos que son apreciadas en las clínicas.
Por su parte, el auxiliar dental está al servicio del odontólogo y del higienista. Entre sus cometidos, destacan la esterilización del instrumental, la organización de este y de los materiales requeridos en un tratamiento o la procuración del bienestar del paciente durante el proceso.
Prevenir las enfermedades dentales y garantizar una correcta higiene oral es la principal ocupación del higienista. Este profesional, que opera bajo la supervisión del odontólogo, se involucra en labores como el sellado de fisuras o la aplicación de flúor a piezas dentales. Para el desempeño de estas y otras funciones, debe poseer un grado de Técnico Superior en Higiene Bucodental.
Con diferencia, la figura más destacada y cualificada en una clínica dental es el odontólogo o dentista a secas. Interviene de forma directa y decisiva en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de las enfermedades dentales de sus pacientes. En los centros de pequeño tamaño, este profesional encarna también los roles de propietario y administrador.