Cada minuto cuenta, le digo en plan de broma siempre a mi mujer. Pero ella sabe que tiene parte de verdad. Llevamos un tiempo viviendo en una espiral de actividad incesante, sobre todo desde que el tema de la pandemia se relajó. Y no somos los únicos, percibo como una especie de fervor por hacer todo tipo de cosas, como si hubiese que recuperar el tiempo perdido estos dos últimos años… en unos pocos meses.
Pero en nuestro caso, lo que más influye para tener un cronograma tan rígido son los niños. Debemos adaptarnos a sus horarios lo que provoca que apenas tengamos tiempo libre. Pero esta época es así. A buen seguro que cuando crezcan un poco, tendremos algo más de ‘relax’. Pero como se ha demostrado en varias ocasiones, si queremos salir a flote tenemos que tener todo bien organizado y no improvisar sobre la marcha. Sé que a veces es pesado, como si fuéramos soldados, pero funciona, que es lo importante.
Y uno de los aspectos más decisivos de nuestra organización ‘militar’ son los menús semanales. Es clave tener todo el asunto de la comida organizada cuando hay varias bocas que alimentar y tan poco tiempo. Y el congelador es nuestro mejor recurso en este sentido. Para nosotros no hay problema en tener coliflor congelada y otros productos, siempre que estén disponibles cuando sea necesario.
Por ejemplo, yo como mucho puré de verdura. Me acostumbré desde hace años y me gustan. Pero en vez de preparar un puré cada día, hacemos un puré con ingredientes en grandes cantidades que luego congelamos en tuppers pequeños. Entonces, casa semana descongelo uno y lo voy comiendo. De esa forma, hago más o menos un puré al mes y me sirve para casi todo el mes.
Por eso para nosotros es importante el congelador. Claro que para que entre la coliflor congelada el puré y los demás productos tenemos que tener una nevera muy grande. Hace un par de años, justo al inicio de la pandemia, compramos uno de doble puerta, previendo la que se nos venía encima. Y no nos equivocamos.