Cuando se contrata un seguro del hogar hay ciertas coberturas básicas y otras que se pueden contratar a mayores. Más o menos funciona como un seguro de un vehículo. Las coberturas básicas cubren los daños que podemos hacer a terceros, como por ejemplo las fugas de agua, que son un problema muy frecuente. También cubren generalmente los daños que se puedan causar en nuestra casa para poder reparar los problemas a terceros.
Lo habitual es que se asegure el continente al menos en lo que está valorado el piso, pero asegurar el contenido es totalmente opcional, a no ser que estemos hablando de un seguro para inquilinos en el que todo funciona exactamente al revés. Los inquilinos no tienen que asegurar el continente, que pertenece al propietario, sino el contenido que es suyo.
Entre los extras que se ofrecen, está el seguro de averías informáticas que garantiza la asistencia de un técnico especializado en informatica en Madrid en caso de que al ordenador le pase algo. Pero hay que tener en cuenta qué estamos asegurando exactamente, ya que muchas de estas pólizas son bastante básicas y solo cubren daños en caso de temporales o tormentas que puedan causar una subida de tensión.
En estos casos también hay límites, ya que lo habitual es que nunca se pague una reparación que supere el valor que tiene en ese momento el equipo informático. Es más o menos lo que ocurre con los coches cuando se declara un siniestro total. No quiere decir que el coche no sirva para arreglar, sino que la reparación supera al valor del vehículo.
Si ocurre esto, el seguro indemniza al asegurado con una cantidad en función del valor del equipo. Esto nunca es suficiente para poder comprar otro ordenador en las mismas condiciones, por lo que la mayoría de las personas se sienten estafadas. Pero es algo que está claramente estipulado en las pólizas.
Por eso hay que leerlas a fondo, ya que a veces pagando un poco más se pueden conseguir seguros que cubran mucho más, proporcionando mejores indemnizaciones e incluso asegurándonos el reemplazo del aparato siempre que no supere un determinado número de años.
Para poder disfrutar de esta o cualquier otra garantía del seguro es imprescindible tener la factura de compra que demuestre que ese aparato es nuestro y la cantidad que hemos pagado por él, así que siempre debemos de guardar las facturas incluso si ya no está en garantía.