Se conoce como intolerancia a la lactosa la incapacidad de algunas personas para digerir la lactosa, un azúcar presente en la leche y derivados. Esta incapacidad viene dada por que el intestino deja de producir lactasa, que es la enzima que descompone la lactosa en otros azúcares de más fácil digestión.
Un intolerante a la lactosa puede serlo de nacimiento o puede serlo de manera sobrevenida. La intolerancia congénita no es nada frecuente ya que estamos hablando de mamíferos que sobrevivimos durante los primeros meses de vida con la leche como único alimento. A veces, puede resultar complicada de detectar y cuando se hace el niño debe de alimentarse con leche de fórmula que no contenga lactosa.
Los que tienen una intolerancia sobrevenida pueden tenerla de carácter temporal o permanente. La intolerancia de carácter temporal es la que se produce con motivo, por ejemplo, de la toma de antibióticos. Los antibióticos no solo matan las bacterias malas, también se cargan las buenas que forman la flora intestinal. Al dañarse la flora los niveles de lactasa bajan o incluso desaparece, por lo que la persona no tolera la leche ni sus derivados.
Normalmente, tras un par de semanas, la flora vuelve a coger fuerza y pueden volver a comer de todo con normalidad. Pero hay personas que desarrollan una intolerancia permanente a raíz de la toma de medicamentos o por otros motivos que pueden, incluso, desconocerse. Cuando la intolerancia es permanente puede tener, asimismo, varios niveles, desde una intolerancia ligera en la que los niveles de lactasa han descendido, pero todavía se digieren alimentos con poca cantidad, como por ejemplo los yogures o los quesos curados hasta una intolerancia severa en la que ni siquiera se soporta la mínima cantidad de lactasa que se usa como excipiente en algunos medicamentos.
Una persona intolerante puede hacerse pruebas para confirmar el diagnóstico y debe de eliminar de su dieta este azúcar. Para ello puede optar por los lácteos sin lactosa, a los que se añade lactasa de manera artificial. Pero hay que tener cuidado ya que siempre hay una ínfima cantidad de este azúcar. Por eso, los intolerantes severos tendrán que apostar por las bebidas vegetales. En cuanto al resto de alimentos, hay que leer las etiquetas y evitar todos aquellos que contienen leche o lactosa como conservante tal como ocurre con algunos fiambres o con snacks.