Siempre me he sentido orgulloso de mi frugalidad a nivel tecnológico. No me gusta tener lo último ni comprar aparatos caros. Me siento más cómodo con equipos prácticos y funcionales, desde el móvil hasta el ordenador. Entiendo que en esto de la tecnología hay mucho también psicológico y emocional, algo que sucede con cualquier otro objeto material, desde el coche hasta la ropa. A menudo se compran cosas caras y sofisticadas, no tanto por su utilidad, sino por hacernos sentir especiales, como esa persona que se queda obnubilado mirando su propio coche, como si fuera una prolongación de su ego.
Cualquiera podría decir que un coche caro ofrece más seguridad y comodidad, pero todos sabemos la principal causa por la que alguien se gasta un dineral en un coche caro. No obstante, si hablamos de tecnología de uso cotidiano, las cosas cambian un poco. Y he llegado a la conclusión de que mi frugalidad tecnológica ha cruzado la línea. Porque una cosa es gastar poco, y otra ser tonto.
Recientemente he estado en una tienda hablando con un experto en diseño de informaticos a medida para dar un cambio a mi equipo de trabajo. Y es que yo uso diariamente mi propio ordenador para trabajar durante 8 horas al día o más. Eso supone una gran cantidad de tiempo dando uso a un aparato.
Todavía recuerdo cuando trabajaba con un portátil cuya pantalla estuvo funcionando mal durante casi un año hasta que, por fin, decidí jubilarlo. Hay límites. Creo que la forma inteligente de abordar estos gastos es adaptar los equipos al uso que se la va a dar. Por eso preferí en este caso confiar en un experto en diseño de informáticos a medida. Le comenté que tipo de trabajo tengo, y que programas uso para que él me propusiera un equipo a medida.
Aunque digan que los PCs ya no están de moda y que el futuro es de los portátiles, yo sigo confiando en el PC porque trabajo desde casa y apenas tengo que trabajar desplazado. Con lo cual no pienso gastar el doble dinero por un buen portátil cuando puedo conseguir un equipo de sobremesa potente y eficaz por menos dinero.