Llevo ya un par de años con un problema en una rodilla. En un principio, me dijeron que era tendinitis y así se trató durante un tiempo, pero el problema continuó y entonces empecé a buscar una segunda opinión. Todo ello coincidió con un cambio de trabajo y de residencia. Cuando llegué a la nueva ciudad empecé a comprobar que el ritmo de atención de la sanidad pública era otro con respecto al que yo estaba acostumbrado: todo iba mucho más lento.
Fue así como empecé a plantearme la necesidad de buscar seguros medicos privados. Hasta ese momento no había tenido demasiada queja en la sanidad pública. Sé que en otros países es bastante peor que aquí, incluso en algunos lugares el seguro privado es casi obligatorio porque la sanidad pública no se ocupa de muchos problemas de menos gravedad. Pero es verdad que a medida que mis ‘achaques’ se iban haciendo más complejos empecé a pensar en la necesidad de buscar algo más.
Cuando tuve que esperar más de tres meses para hablar con un especialista en mi nueva ciudad de residencia fue la gota que colmó el vaso: me decidí a hacerme un seguro privado. Y entonces acudí a un especialista para mirar de nuevo el tema de la rodilla. Me hicieron una nueva resonancia y el traumatólogo me dijo que tenía el menisco roto. Nada de esto se comentó en un primer momento y me sorprendió bastante.
Lo cierto es que el dolor iba y venía: no me dolía siempre y a veces pasaba varias semanas sin nada de dolor. Cuando insistí un poco más el especialista me dijo que no estaba del todo claro pero que parecía que sí había una pequeña fisura en el menisco y que lo más aconsejable, teniendo en cuenta mi edad, era la artroscopia.
Lo bueno de contar con seguros médicos privados es que si no quedas muy satisfecho con un diagnóstico siempre puedes acudir a otro especialista. Lo que pasa que en mi caso ya sería la tercera opinión. Y puede que llegue un momento en que ya me desquicie de ir a tantos médicos.