Mi experiencia en el quirófano

Cada vez son más las personas que acuden a una clínica estética en busca de un tratamiento para mejorar el aspecto físico. Nunca hubiese imaginado hace unos años que yo sería una de ellas. Siempre pensé que la cirugía estética era prohibitiva y solo estaba al alcance de millonarios, pero no es así.

Todo comenzó cuando una amiga se sometió a una liposucción. Lo llevó en secreto en un principio pero tras pasar por el quirófano y estar un tiempo de rehabilitación nos lo comentó. Los resultados liposucción fueron sorprendentemente buenos. Y así fue como me recomendó su clínica.

Ya se sabe que los años no pasan en balde y el ejercicio físico no es suficiente para conseguir el cuerpo soñado. Acudí a la clínica para informarme. No soy una mujer muy delgada, pero tampoco me sobran muchos kilos. El profesional que me atendió me comentó que muchas personas piensan que la liposucción es para adelgazar. Él prefiere utilizar la palabra ‘moldear’. Lo que yo pretendía, por tanto, era ‘moldear’ el vientre.

Tras analizar mi situación, el cirujano me dijo que tenía unas condiciones ideales para someterme a una operación de este tipo porque no tenía un gran exceso de peso y la grasa estaba muy localizada. Me fui con buenas sensaciones, pero luego llegaron las dudas. ¿Cómo serían los resultados liposucción? ¿Me podrían garantizar que quedaría tan bien como mi amiga?

En una segunda reunión con el cirujano me aclaró que los resultados de una lipo no pueden ser siempre idénticos, pero que siguiendo las directrices de la clínica en relación al proceso de recuperación y manteniendo una alimentación equilibrada, los resultados siempre serían positivos.

Esta segunda reunión me convenció definitivamente y decidí ponerme en manos de la clínica. Aunque le tenía respeto al quirófano todo salió bien. El mayor problema vino en los días posteriores, con el dolor y los moratones. Pero ya me habían hablado de ello y me tranquilizó tener el consejo de mi amiga.

Al final debo decir que ha sido una experiencia muy positiva. Y aunque no es una operación barata, en mi caso, al menos, ha merecido la pena.